Habiéndose registrado un episodio relacionado a un remisero y su pasajera, que alcanzó difusión en las redes sociales, del que también nos hiciéramos eco en nuestra anterior edición, es oportuno señalar que una actividad tan importante como el servicio de remises, es manejada con demasiada informalidad.
Se observa, por ejemplo, que los señores choferes de remises, no todos sino una parte de ellos, no respetan las normas de tránsito, circulando a demasiada velocidad, doblando en U a mitad de cuadra, estacionando mal, al tiempo que muchos de ellos ni siquiera se dignan a auxiliar a un pasajero cuando este carga un equipaje o bultos, permaneciendo en su lugar pasivamente. Otros no consultan a los pasajeros por el camino a tomar, y como el caso que nos ocupa, cuando deciden tomar un atajo para evitar un semáforo, no creen necesario informárselo a la persona o personas que transportan. También merece un comentario el mal estado de muchos vehículos, y la presunta falta de seguros y elementos de seguridad imprescindibles en un transporte de pasajeros.
Es probable que existan otras deficiencias del servicio, pero no es nuestro interés denostar una actividad que -repetimos- es importante y necesaria. Pero si el sugerir a los señores choferes de autos remises, que jerarquicen su profesión prestando un servicio eficiente y seguro, a través del cual los pasajeros se sientan atendidos y respetados, porque precisamente esa es la fórmula de todo servicio: el respeto, la eficiencia y la seguridad. Además de la confianza, por supuesto.